SE FUE UN GRAN AMIGO
Esperaba en la línea de pasajeros cuando vi un rostro familiar. Pensé con alegría “¡Néstor!”. Volví a la realidad. No podía ser posible porqué él se nos anticipó, partió a la eternidad hace meses en un país lejano. Su voz se esfumó de la comunidad. La dolorosa llamada que recibí comunicándome “se fue un gran amigo” me dejo sin palabras.
La nostalgia me hizo recordarlo como una gran ser humano, un valioso amigo, sentí profundamente su ausencia. Si la honestidad, la humildad, la fortaleza y la preocupación por los demás tuvieran un rostro no dudaría que sería el suyo. Él era un periodista radial cuyas armas contundentes eran su block de notas, su lapicero, su grabadora, su voz y su gran corazón, siempre preocupado por los más débiles, y aguerrido con aquellos indiferentes frente al sufrimiento o quienes abusaban del poder.
Dialogamos sobre lo mucho que había que hacer en nuestra ciudad, de la corrupción, de la intolerancia, del abuso de poder como también opciones para la anciana abandonada, la víctima de violencia, del niño maltratado, del amigo encarcelado, de los problemas de la comunidad y también de las palabras de canciones como aquella “Solo le pido a Dios” de Mercedes Sosa.
Con él, el tiempo no contaba. Su sonora carcajada se hacía sentir cuando celebraba un acierto o un triunfo o su solemne seriedad y su ceño fruncido mostrado cuando algo no iba bien. Recuerdo cuando en una ocasión estuve como presidenta de una comisión de evaluación y me sentía sola frente a lo que tenía que enfrentarme: el favoritismo y la indolencia de autoridades en ese centro con los cuales tenía que lidiar. Veía la tarea bastante difícil.
Fue un alivio verlo como integrante de este comité. Tuve la certeza que no estaba sola y con él desarrollaríamos un proceso transparente, así fue. Logramos que asumieran los puestos principales personas idóneas. Con él se cumplía mi sueño y mi confianza en la humanidad y en el principio “la unión hace la fuerza”.
Su pan de cada día era el periodismo veraz, su amor profundo a su familia, su confianza en una sociedad diferente y su amor a Dios lo hacían diferente. ¿Por qué escribo acerca de Néstor? Porque lo extrañé mucho esa mañana. Fue un gran amigo.. Porque no tuve la oportunidad de despedirme de él y tampoco tuve la oportunidad de decirle lo gran persona que era. La muerte no se anunció.
Viendo las nubes desde el avión mis manos tomaron el lapicero para escribir acerca de él, de lo que significó su vida en su paso por la tierra, de su valiosa amistad tanto para mi vida como para la de muchas personas quienes tuvimos la suerte de compartir con él. Extrañaré nuestras conversaciones, el Sermón de las 7 palabras en Semana Santa, de no verlo más caminando por las calles, recogiendo noticias, conversando con la gente; con su chaqueta de varios bolsillos unos grandes y otros pequeños, extrañaré no escuchar mas su voz, su programa y su diaria canción de despedida con un mensaje a la vida.
Por él escribo esta vez y al pensar en él pienso en su familia querida, en los amigos que quedan en diferentes lugares, en lo valiosos que son. A través de Néstor recordé que no debo perder la oportunidad de decir a mis amigos que son maravillosos seres humanos siempre acogiendo, resolviendo, escuchando, tendiendo la mano, opinando y cuanto bien hacen en la sociedad con su existencia. Son esas personas que devuelven el rostro humano a una sociedad que se va desfigurando día a día y nunca pierden la esperanza. Se fue un gran amigo que nos dejó un gran legado: el compromiso con una vida digna.
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